¿Qué haces cuando te levantas?

Mate con ciruelas y diario.

¿Desayunas y ya?

¿Sales corriendo y te pierdes entre la muchedumbre?

¿Te gusta emprender el día lleno de energía y con el mundo por montera? 

¿Eres de pocas palabras, o haces del desayuno una tertulia? 

Ahí, a la tertulia, es donde quiero llegar; pues los que aquí escribiremos en adelante hemos empezado el día reflexionando, comunicándonos de costa a costa e ideando la forma de hacer llegar opiniones y vivencias a aquellos que quieran pasar un rato tranquilo y puedan sentirse motivados por nuestros temas. Lo que nos lleva a que, el primer paso de cada proyecto, ha de ser como un buen desayuno lleno de conversaciones e ideas.

La primera experiencia del día es el contacto con el sol, el aporte de luz y energía que nos pone las pilas y el momento en el que cruzamos las primeras palabras con personas, mascotas, seres imaginarios, o compañeros varios que comparten nuestras cosas, o con aquellos que están presentes en nuestras vidas, aveces a muchos kilómetros de distancia: en la otra costa de un inmenso océano. Eso no es algo a ignorar y vamos a concederle la importancia que se merece.

Voy a ser breve, porque no se trata de sentar cátedra, sino de pensar. Así que, te levantas y te aseas, preparas todo aquello que agrada a tu paladar después de una larga noche -aún después de una noche de insomnio, porque ya es otro día y otra romería, se siente-, y disfrutas del momento. El siguiente paso es conversar, sacar un tema, por extraño y fuera de lugar que parezca. Por ejemplo: alguna mañana hemos empezado el día hablando de la posibilidad de que un animal pueda ser zurdo. Y por obra y gracia de Google, dio para rato. 

Ahí queda propuesto el juego. Tomemos esto como el editorial de una publicación sin fin, en la que cada mañana recargaremos nuestra actitud ante la vida y saldremos al mundo como lo que somos: únicos.

Únicos e imparables.